“¡Pinta, pinta pintor!”. Con esa súplica hecha canción, la cantautora ecuatoriana Tannya López lanzó en 1999 una de las obras más conmovedoras de su carrera: Pinta, Pintor. Este tema es un homenaje sonoro a Oswaldo Guayasamín, el pintor que inmortalizó el sufrimiento y la dignidad de América Latina. Más que una canción, es un grito hecho arte. Una voz que pide justicia, memoria y un nuevo amanecer para los pueblos del continente.
La canción, parte del álbum Raíces Mi Sangre, fusiona sonidos andinos con una lírica que estremece. Su mensaje, cargado de sensibilidad y fuerza, convirtió a Pinta, Pintor en un himno que traspasó generaciones.
Inspiración en un legado de lucha y color
La canción surgió de la profunda admiración de Tannya López por Oswaldo Guayasamín, el artista que pintó el dolor y la esperanza de los pueblos oprimidos. En sus versos, López supo capturar el espíritu del maestro quiteño, pidiéndole que no dejara de retratar —con sus pinceles— las injusticias, las raíces y las luchas que marcaron al Ecuador del siglo XX.
“Píntame un cielo más claro / que me anuncie un nuevo día / después de esta madrugada”
— canta López, elevando su voz como un llamado a la conciencia de un pueblo entero
Una voz que también canta en quichua
Uno de los elementos más poderosos y simbólicos de la canción es la inclusión de una estanza en quichua, la lengua ancestral del pueblo andino. Con esto, Tannya López revivió el espíritu indígena que Guayasamín también inmortalizó en sus obras. El uso del idioma no solo añade musicalidad y autenticidad, sino que representa un acto de resistencia cultural y un homenaje directo a los orígenes.
Esta mezcla de castellano y quichua convirtió a la canción en una obra profundamente identitaria, donde cada palabra resuena con siglos de historia, dolor y sabiduría ancestral.
Una obra que sigue viva
Desde su lanzamiento, Pinta, Pintor ha sido interpretada en múltiples escenarios culturales del país y ha tenido una gran difusión en plataformas digitales. Su contenido emocional, su estética andina y su mensaje universal la posicionaron como una de las canciones más significativas dentro de la música ecuatoriana contemporánea.
Con el tiempo, la canción ha sido reconocida como un homenaje musical de alto valor cultural, que honra no solo a Guayasamín, sino también a los pueblos que él representó en cada trazo.
Tannya López: Voz de las Raíces y la Memoria Ecuatoriana
Tannya López es una cantautora ecuatoriana reconocida por su compromiso con la identidad cultural del país y su habilidad para fusionar géneros tradicionales con mensajes sociales. Desde temprana edad mostró una conexión innata con la música; a los 6 años escribió su primera canción, Pobres niños, pobre mundo, con la cual representó a Ecuador en el Festival OTI de la Canción en Chile.
En 1999 presentó Raíces Mi Sangre, un disco que marcó un hito al fusionar sonidos andinos con elementos contemporáneos e incorporar material multimedia, siendo la primera intérprete ecuatoriana en hacerlo. El álbum incluye el homenaje a Oswaldo Guayasamín, Pinta, Pintor.
Su siguiente producción, Prueba de Vida (2002), consolidó su estilo al mezclar instrumentos andinos con electrónicos e incluir composiciones propias. Además, ha participado activamente en la producción de videos, guiones y programas educativos, demostrando su versatilidad artística.
Más allá de la música, Tannya López es una defensora de la memoria histórica, la identidad indígena y la justicia social. Su obra es testimonio de un firme compromiso con la cultura ecuatoriana y de su capacidad para transmitir mensajes poderosos a través del arte.