Cada tercer lunes de enero, el mundo enfrenta el fenómeno del Blue Monday, un concepto creado por una campaña publicitaria en 2005 que lo proclama como el «día más triste del año». Según esta teoría, factores como el estrés por las deudas, el frío, la falta de motivación y los propósitos de Año Nuevo incumplidos alcanzan su punto máximo en este día. Pero, ¿es realmente tan sombrío este lunes para todos?
Aunque este «lunes azul» se ha popularizado, en Ecuador la realidad es diferente. Aquí no enfrentamos los fríos gélidos que afectan a otros países, pero sí lidiamos con problemas como la inseguridad, la economía, el trabajo y el estrés cotidiano. Sin embargo, esta idea parece más bien una excusa para abrazar un sentimiento de desánimo colectivo, algo que puede ser contraproducente si no se maneja correctamente.
El mito del Blue Monday
El concepto del Blue Monday se basa en un estudio que intenta correlacionar factores como el clima, las deudas y el cansancio post-vacacional. Pero, visto desde una perspectiva ecuatoriana, esta etiqueta no encaja del todo. En Ecuador, cada día trae sus propios desafíos, y no necesitamos un día señalado para experimentar desánimo o motivación.
En ciudades como Guayaquil o Quito, el inicio del año puede ser igual de complicado que en cualquier parte del mundo. La diferencia radica en cómo enfrentamos esos desafíos a diario y buscamos mantenernos a flote sin permitir que un «lunes azul» defina nuestro estado de ánimo.
¿Deberíamos creer en el Blue Monday?
En lugar de sucumbir a la idea de un día específico como el «más triste», los ecuatorianos tenemos la oportunidad de tomar el control de nuestra felicidad. Afrontar los retos día a día de manera consciente puede ser mucho más efectivo que esperar a que un lunes determine nuestro ánimo.
Este 2025, podemos transformar los «lunes azules» en una oportunidad para reflexionar sobre nuestras metas, nuestra salud mental y lo que realmente nos hace sentir completos.